La roca que encontró el joven, criado en Taberna

El niño lo pasaba en las calles de Londres en horas libres. Sus padres administraban una taberna que olía a cerveza y los clientes no se interesaban en él.



Ni siquiera sabía de la existencia de Dios, y en la escuela la Biblia era libro prohibido. Afortunadamente, Edward Mote fue asignado como aprendiz de un ebanista cristiano a la edad de 16 años. Le enseñó a formar y pulir muebles finos y, lo que es más importante, su patrón lo llevó a un culto donde escuchó la Palabra de Dios por primera vez.



Edward entendió que era un pecador y que por la sangre de Cristo derramada en la cruz podría recibir perdón y paz. Allí fue transformado y llegó a ser conocido por su fe y su excelente trabajo como ebanista.



A la edad de 55 años pudo realizar su sueño de construir una capilla, donde sirvió como predicador apreciado durante más de dos décadas. Él dijo a la congregación que el día en que dejara de predicar sobre Jesucristo, que lo echaran.



Por supuesto, continuó en el púlpito hasta el último año de su vida, cuando decayó su salud. Vivió de 1797 hasta 1874, y nos dejó un bello legado de himnos. Escribió más de cien y elaboró varios himnarios.



Su obra tal vez más cantada ha tenido varios títulos en inglés como son: “La experiencia de la gracia para el cristiano”, “La base inmutable de la esperanza para un pecador”, y más recientemente, “ La Roca sólida”. En español figura como “Segura mi esperanza está” y “Por la justicia de Jesús” en los himnarios “Himnos Majestuosos” y “El himnario internacional” (donde la letra es acompañada por la música tradicional, escrita por William Bradbury, famoso compositor, fabricante de pianos y director de corales infantiles).



Para un reportaje en un periódico, Edward recordó unos detalles acerca del día en que escribió este himno. En camino a su ebanistería, al meditar en su Salvador, le vino a mente las palabras: “Es Cristo Roca firme y fiel; segura peña tengo en él; arena incierta hay sin él”. Esta frase resultó ser el coro para seis estrofas. El siguiente domingo las tenía escritas en un papel en su bolsillo. Durante una visita a una señora moribunda, ya que no tenía su himnario, sacó el papel y cantó, estrenando el himno. Como ella encontró tanto consuelo en el mensaje, el autor se animó a imprimir mil copias para repartir a otros, y así empezó el ministerio de este himno.



La que escribe este artículo también fue consolada cuando cantó el himno “ La Roca sólida” en el funeral de su padre. Los himnos son grandemente usados por Dios para recordarnos que tenemos esperanza eterna en Cristo. (Es preciso entregar de antemano a nuestros familiares una lista de los himnos que quisiéramos que se canten cuando nos ausentamos para ser trasladados a la presencia del Señor).



El tema favorito de Edgard Mote siempre fue Jesucristo y su salvación. A continuación ofrezco una nueva traducción de su himno más conocido, conservando ese coro original que compara la Roca sólida, que es Cristo, con la arena movediza aparte de él. Puede ser cantada con otra melodía por William Bradbury (SWEET HOUR), la que usamos con el himno “Dulce Oración”, el #493 en “Celebremos Su Gloria”.



ROCA SÓLIDA

Edward Mote, 1838, trad. Lynn Anderson, 2008



1. El fundamento de mi fe es Jesucristo, Salvador;

El Justo por mi mal murió, su sangre dio a mi favor.



CORO:

Es Cristo Roca firme y fiel; segura peña tengo en él;

arena incierta hay sin él; arena incierta hay sin él.



2. Si olas altas dan temor, sin verlo tengo fe en Dios;

Su gracia ancla fuerte es en tempestad, cuidándonos.



3. Su pacto nuevo por la cruz es garantía que juró,

pues es la base de mi paz: su amor no cambia declaró.



4. Al regresar, glorioso Rey, con gozo quiero responder

a la llamada del Señor, en santidad mi Cristo ver.





Seamos fieles confiando solamente en Jesucristo,