Cocinando juntas

Lectura bíblica. Romanos 10:11-17
Texto clave: “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? Romanos 10:14



La conocí 30 años atrás porque pasó a formar parte de la familia política de la menor de mis hermanas. No nos veíamos con frecuencia hasta que el Señor dispuso reunirnos.


Se llama María de Jesús y la contratamos como cocinera cuando Dios nos concedió la bendición de obtener la concesión de un comedor industrial; negocio éste que es muy deseado por los pobladores de las ciudades fronterizas del norte de México, donde se asientan las maquiladoras estadounidenses.


Por obvias razones me convertí en la auxiliar de Mary –que así le decimos cariñosamente- y tuve la oportunidad de convivir a diario con ella durante su jornada de trabajo. A pesar de conocernos hacía ya tantos años, no habíamos tenido oportunidad de hacer amistad como ahora.



Aprendí a admirarla por su entrega completa al cumplimiento de su deber, por su forma apacible y tranquila de desarrollar su trabajo, por sus maneras suaves para obedecer y por su incansable ir y venir sin protestar por el cansancio. Nuestro buen Dios nos concedió platicar de muchos temas referentes a nuestras respectivas familias. A mí, me concedió el privilegio de volverme su confidente y de conocer sus penas, sus problemas, sus anhelos para el futuro de sus dos hijas; pero sobre todo, nos permitió orar juntas cuando nos dábamos tiempo para tomar nuestros alimentos.



Me llamó mucho la atención observar que, sin ser cristiana evangélica, cierra sus ojos respetuosamente y da gracias a Dios antes de comer. Por esta razón me identifiqué con ella y de inmediato me pidió que fuera yo la que orara todo el tiempo. Fue maravilloso para mí este acuerdo y le di gracias al Señor porque su Espíritu Santo me guió muchas veces a agregar a nuestra acción de gracias otro ruego por alguna necesidad que ella hubiera expresado en otro momento del día.



Y mi gozo fue mayor el día que comentó que estaba aprendiendo mucho de las cosas de Dios por todo lo que platicaba conmigo. Considero un privilegio el hecho de que el Señor me haya concedido este tiempo junto a ella. Sé que lo que el Espíritu Santo haya puesto en mis labios ha caído en buena tierra. De Dios será el fruto que esa alma dé, cuando sea alcanzada para salvación.



Oración:- Señor Dios, te pedimos en el nombre de Jesús que guardes y bendigas a las personas que trabajan a nuestro servicio y que han escuchado de ti. Amén.



Seamos fieles proclamando el evangelio,